Quiero llevar tu sello,
estar marcado
como una cosa más entre tus cosas.
Que las gentes murmuren: allá pasa,
allá va feliz, el señalado,
el que lleva en el rostro
esa antigua señal de risa y lágrima,
la cabellera derramada y viva,
todo el una antorcha y toda llama,
musgo de eternidad sobre sus hombros
resplandeciendo así, como una lámpara.
A mis pies, un rumor de muchedumbre
se irá abriendo en canal, como una calle.
No me importa que digan:
ese hombre que escapa como ráfaga,
que no ve fuera de su sangre, nada,
que ya no escucha fuera de sus voces,
que no despierta sino entre sus brazos,
que camina sonriendo;
ese hombre que va segando el aire,
la boca contra el viento,
le pertenece todo como un libro,
como el reloj, el anillo o el llavero.
Como cualquier objeto imprescindible
que es uno mismo a fuerza de ser nuestro.
Quiero que todos sepan
que te quiero:
deja tu mano, amor, sobre mi mano.
Sobre mi corazón, deja tu sello.
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